Mea culpa

Edgardo Guarda (Edinson Díaz) comete el más aberrante acto contra una joven deficiente mental y, posteriormente, contra una niña de siete años.

Esta historia es, probablemente, la de muchas jóvenes que deciden dedicarse a la prostitución para borrar, en cierto modo, un pasado de carencias y de violencia intrafamiliar. María Angélica Aravena (Katherine Rivas / Cecilia Godoy) llegó desde Talca a Melipilla donde formó, a partir de los 18 años parte del staff de mujeres que ejercían el comercio sexual en una conocida casa de prostitución de la zona. Pero el amor pudo más para esta mujer quien, instada por su pareja, dejó de lado este oficio, en el afán de dar alas al gran sueño de su vida: formar una familia.

Esteban Massry Astudillo (Claudio Marín / Alfonso David) desde pequeño fue considerado un niño problema. Él era un buen alumno, pero su conducta terminó por cerrarle las puertas en todos los colegios de Viña del Mar. Así creció, convirtiéndose en un osado delincuente. Comenzó con delitos menores, pero muy pronto, su habilidad lo llevó a especializarse en robos a tiendas y en casas particulares. Vivía solo con su adre, ya que su padre lo abandonó antes de nacer. Esteban solo lo conoció a través de fotografías, y jamás perdió la esperanza de encontrarlo algún día en la calle.

La historia de Macarena Jorquera (María José Guenante), de 25 años, es como la de muchas madres que deben trabajar como temporeras para ayudar a la mantención del hogar. El sueldo es exiguo, pero no tienen otra alternativa digna para superar la cesantía. Ella convive hace seis años con Gabriel Sepúlveda (Gonzalo Canelo) y tienen una hija.

Los Ovalle Toro son una humilde familia campesina que vive en Renaico. Tuvieron 14 hijos y, a pesar de su esfuerzo, no logran cumplir con las necesidades básicas de su entorno familiar. Héctor (Mauricio Rojas / José Ignacio Fuentes / Patricio Ossa) es el noveno de los hermanos, que nunca asistió al colegio y que se transforma en el protagonista de esta historia.

Sandra Martínez (Carla Godoy)- oriunda de Bulnes- cansada de los castigos, maltratos y vejaciones, decidió abandonar su hogar para huir literalmente a Santiago. Ella no conoció a su madre y la crianza exclusiva de su padre, la llevó a experimentar el dolor de sentirse una mujer sin dignidad alguna. Nunca fue a la escuela, por lo que es analfabeta.

Esta historia, siendo única, se repite en su esencia día a día. Su protagonista vivió la soledad entre los muros de un internado, cuyos propósitos cristianos, ciertamente, están bien inspirados. Pero al fragor de la orfandad afectiva de los alumnos, lo que acontece entre ellos nada ni nadie puede saberlo.

Esta historia, siendo única, se repite en su esencia día a día. Su protagonista vivió la soledad entre los muros de un internado, cuyos propósitos cristianos, ciertamente, están bien inspirados. Pero al fragor de la orfandad afectiva de los alumnos, lo que acontece entre ellos nada ni nadie puede saberlo.

Roberto Stack (Pablo Krögh) es un hombre de profunda convicción espiritual, que a lo largo de su vida ha participado en dos comunidades religiosas. Ha estado casado dos veces y tiene siete hijos. Ahora se dedica a realizar sanaciones para sobrevivir. Su tiempo lo divide entre sus pacientes, la pintura y su actual pareja, Paola (Verónica Sazié), que profesa el mismo estilo de vida religioso.

Esta es la historia de Alexis Guajardo (Rodrigo González), un personaje muy especial, de conducta cuestionable y violenta.

Sonia (Grimanesa Jiménez) es madre de dos hijos: Luis (Ariel Mateluna / Víctor Hugo Ojeda) y Álvaro (Alex Vidal / Eduardo Cumar). Ambos han sido criados desde muy pequeños bajo estrictas reglas de conducta, que distan demasiado del mundo real que los circunda. El padre de familia los abandonó cuando pequeños y, producto de ello, no han tenido otra alternativa que regirse por los caprichos de su madre.

José Velásquez (Aldo Bernales) tuvo una infancia traumática. Su padre lo maltrataba tanto a él como a su madre. Sus evocaciones a la niñez están plagadas de imágenes que jamás ha podido borrar y hasta hoy son compañeras en su largo peregrinaje, luego que se fue de du lugar de origen: Isla Chidhuapi (Calbuco).

En el pequeño poblado de Malloa, aquí hay varios obreros que han llegado de otras zonas, contratados para la construcción de un gran galpón de abastecimiento entre ellos Néstor Toro, un trabajador básico, analfabeto y de una infancia llena de carencias económicas y afectivas, creció luchando para dejar el alcoholismo, por supuesto en este lugar nadie conoce su pasado.

Esta historia ocurre en la comuna de Peñaflor en Santiago y sin lugar a dudas su figura delictiva se enmarca entre los casos más sorprendentes y misteriosos de la criminalidad chilena en los últimos tiempos, a partir de un cotidiano suceso en un de los paraderos de esta localidad emerge un relato sin precedentes.

Esta historia acontece en Santiago y subraya la vida de 2 jóvenes estudiantes que se ven inmersos en una situación que perfectamente pudieron evitar y que les cambio fatalmente sus vida. Una experiencia al limite que plantea una reflexión inmensa respecto a la justicia, la inocencia y por sobre todo la vida.

4 de febrero del año 2002, el joven con las iniciales CB de apenas 13 años huye desde la casa del empresario Claudio Spiniak ubicada en Santa María de Manquehue, este hecho enciende una luz de alerta a la policía respecto a lo que acontecía en su interior. Para descubrir un acontecimiento importante siempre se requiere de un incidente que de luces sobre su inicio y sin duda aquí comienza a desentrañarse la historia más espeluznante, provocativa y aberrante que jamás conoció la opinión pública.