De la misma manera, desamparada y sola, Adela Úcar acepta vivir “21 Días en la cárcel”, convirtiéndose en la primera periodista española que vive esta experiencia en un programa de
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De la misma manera, desamparada y sola, Adela Úcar acepta vivir “21 Días en la cárcel”, convirtiéndose en la primera periodista española que vive esta experiencia en un programa de televisión.
La reportera de “21 Días” ha accedido a pasar voluntariamente una temporada viviendo como una reclusa en la cárcel de Najayo Mujeres, una de las más importantes de la República Dominicana. Es consciente de que no va a contar con ningún tipo de privilegio y de que tiene que adaptarse a una vida privada de libertad, sola y sin protección.
En el momento de su ingreso, le obligan a desnudarse y a someterse a un reconocimiento para comprobar que no esconde nada en el interior de su cuerpo. A continuación, recibe sus únicas pertenencias dentro del centro: un uniforme y un colchón con el que tiene que cargar hasta la celda de aislamiento donde pasa su primera noche. En el comedor de la prisión, le esperan nuevas sorpresas: todo debe comerse con cuchara porque los tenedores y los cuchillos están prohibidos; son objetos potencialmente peligrosos en un entorno en el que la violencia siempre está latente.
Al mismo tiempo descubre lo que significa realmente estar privado de libertad: no poder decidir personalmente ni las rutinas más básicas. La limpieza, la higiene personal o la alimentación pasan ahora a ser patrimonio de los vigilantes del centro, quienes deciden en qué momento debe hacerse cada tarea. Ser recluso también significa carecer de privacidad.