Mea culpa

El protagonista es Alex, un joven abandonado y drogadicto.

Marcelo Olguín Rebolledo (Alex Rivera), por alguna razón de conducta en su hogar, fue internado en la Escuela Agrícola de Los Andes. Por lo tanto, viene a su casa una vez al mes. Aquí vive con su madre (Diana Sanz y su hermana Pamela, ya que su padre desapareció cuando el matrimonio se separó.

Esta historia da origen a un caso único en el mundo, un relato que conmueve hasta el alma, Si bien su trama es muy fuerte, se hace necesario conocerla profundamente, para entender que un hecho de esta magnitud no puede volver a suceder.

Esta historia da origen a un caso único en el mundo, un relato que conmueve hasta el alma, Si bien su trama es muy fuerte, se hace necesario conocerla profundamente, para entender que un hecho de esta magnitud no puede volver a suceder.

Álex Caris Orllana (Claudio Valenzuela) se desempeña como operador de explosivos en una mina de Rancagua. Sus turnos son variables, pero a menudo, debe ausentarse de su hogar un par de días por su trabajo. Por eso apenas puede, su hija Alexandra (Macarena Grun) lo acompaña al bus que lo lleva a la mina. Una historia profundamente conmovedora no solo por su crudeza, sino porque nos hace sentirnos representados por sus personajes.

Seguramente el relato de esta historia va a cautivar más que otros, ya que extrañamente el amor, rd los que mueve a los personajes a cometer su acto criminal.

Esta historia relata el devenir de un matrimonio de 20 años con 3 hijos. Desde luego, con estos pergaminos, es para pensar que la pareja no tiene secretos. Sin embargo, el desenlace es tan sorprendente y cruento, que no cabe sino entender que el amor puede desaparecer cuando uno menos lo imagina.

La figura delictiva de esta historia, ocurrida en Pozo Almonte, es probable que sea la más grande, violenta e impactante que se haya registrado en esta zona. El país se enteró de este crimen horrendo y, tras la figura de su víctima y, por ende, del autor, se tejió una estela de rumores que aún subyacen en el inconsciente colectivo de la comunidad.

Selva Gaete (Patricia Pardo) es mecánico autodidacta y posee un garaje en sociedad con su esposo, Edgardo Chávez (Jaime Azócar), un ingeniero que trabaja para una empresa contratista de la mina El Teniente. Llevan más de 20 años juntos y la relación es aparentemente buena, pero esconde un drama que ellos esconde por años: Edgardo estuvo casado y Selva es su segunda esposa. Ambos tienen una buena posición económica, pero al parecer, su independencia laboral ha ido mermando el amor que los unió. Y ninguno de los dos logra percatarse que su vida en pareja se ha ido deteriorando lenta pero irreversiblemente. Cada pequeño problema comienza a adquirir una desmesurada dimensión que los pone en una franca lucha por tener la razón.

En la vida existe una correlación de hechos que determinan nuestra existencia: todo lo que somos como adultos tiene que ver, por cierto, con nuestro pasado y particularmente con nuestra niñez. Esta historia capitalina no está ajena a las consecuencias que puede tener una infancia traumática. Hernán (Ignacio Verdugo) es taxista y está casado con Magaly (Isabel Quinteros), pero le ha sido infiel. Y ahora prepara sus maletas, porque ha decidido marcharse con su amante.

Esta historia es la que, probablemente, en mejor medida proyecta cuán cerca estamos todos de convertirnos en víctimas. Si bien aquellos que creen estar en el lado opuesto de la criminalidad entienden que deben resguardarse, el mayor esfuerzo debe estar centrado en los canales de la delincuencia. Mientras no encontremos una fórmula para satisfacer adecuadamente a nuestra sociedad, estaremos creando no un escenario para la gente, sino uno para la eterna lucha entre los buenos y los malos. Un móvil caprichoso lleva a los protagonistas a participar de uno de los crímenes más horrendos y gratuitos que se conozcan en Rancagua.

Caso de Alfredo Cabrera Opazo, en Santiago de Chile.

Cuenta la historia de Rolando Canelo en la ciudad de Quillota, Chile.