El día menos pensado

Inés, quien trabaja como médium y tarotista, le arrienda una casa a Óscar. Sin embargo, la relación no es de las mejores. Sin motivo alguno, Óscar decide poner fin al contrato de arriendo. Óscar está casado con María Teresa. Son padres de Emiliana, una niña de diez años, sumida en una depresión inexplicable para todos... menos para Inés, que poco a poco irá armando las piezas del puzzle que da cuenta de un hecho aberrante.

El juez Jorge Ulloa lleva años en el juzgado. Pero ad portas de jubilar, se niega a creer que sus funcionarios tengan temor de entrar al viejo archivo. Nadie quiere entrar a ese lugar, porque dicen que sienten ruidos extraños. La verdad es que, en aquel lugar, existe un secreto aún mayor y que, dadas las circunstancias, se debe descubrir antes que el juez jubile.

Alejandro Montes, ingeniero civil a cargo del proyecto de construcción de un puente en un sector rural, es amedrentado por Ramón Salas, un poblador, de que éste no puede realizarse en los terrenos que son de su propiedad. Alejandro no encuentra al hombre, y es amablemente atendido por Rosa, su mujer. Pero al ser testigo de un hecho dantesco, descubrirá una verdad inimaginable.

El más allá siempre será un misterio que todos quieren develar. Por lógica terrenal, acceder a estas almas que deambulan por el limbo no debe ser fácil, ni mucho menos cuando, quienes pretenden hacerlo, lo hacen en broma. Verdad o mentira, jugar con los espíritus puede convertirse en una broma macabra, como comprobarán Marcelo y Diego.

Isabel es una joven que vive con sus abuelos, Luisa y Remigio, además de su hermano Emilio en las afueras de la ciudad de Puerto Montt. Una noche sale en búsqueda de su hermano. Al regresar, viene totalmente retraída y con un cambio evidente en su personalidad, que tomará ribetes espeluznantes. Solo la intervención del Padre Benito y el Padre Anselmo podría salvarla de un desenlace catastrófico.

En la casa de Gabriel y Natalia empiezan a desaparecer los objetos más diversos, desde zapatos, vestidos, ropa de su hija Tania, sin ninguna explicación. Al principio, esto se atribuye a los jugueteos del perro. Pero cuando éste fallece en un trágico accidente y las desapariciones continúan, el matrimonio investiga con Hortensia, la antigua propietaria de la casa, quien les revela la pérdida dolorosa que vivió en ese lugar durante su juventud, debido a un error de omisión.

Francisco y Tito son ladrones de autos. En una de estas andanzas, perseguidos por la policía, escapan y logran esconderse en una antigua casa, habitada por Gustavo, un vagabundo que les ofrece hospitalidad. Pero ignoran que esto, lejos de ser algo afortunado, se transformará en la experiencia más increíble que ambos pudieron imaginar.

Juan se reencuentra con Pedro, un ex compañero de colegio de hace muchos años, Este será el comienzo de un fenómeno que rebasa todos los límites de la razón para Juan, quien no puede creer lo que le ha sucedido.

Pamela descubre que a partir de sueños premonitorios puede saber que le ocurrirá más adelante, pero ignora ciertas consecuencias a partir de ellos.

Natalia empieza a comportarse de manera muy retraída y a realizar actos violentos con su mente. Todo hace suponer que se debe al próximo matrimonio de Andrés, su padre. Con la ayuda de Rafael, psicólogo y actual pareja de Florencia, su madre, descubrirán que lo que atormenta a Natalia es algo mucho más grave y delicado.

Lucía es dueña de una casa de reposo solo por interés económico, sin que le importe el grupo de ancianas que viven en él. Para abaratar costos, decide despedir a Patricia y Silvana, contratando a Sandra, una mujer huraña, sin ninguna empatía hacia las ancianas y que, además les roba sus pertenencias. Cierto día, se le acusa públicamente de robar joyas. A los pocos días, la señora que la acusa desaparece. Cuando sus amigas preguntan por ella, Sandra les señala que sus familiares se la llevaron. Pero será la misma fallecida, quien hará lo imposible por acusar a su victimaria de todo el daño recibido.

Ema, Jackeline, Cristián y Jorge son estudiantes universitarios y amigos, que se reúnen frecuentemente para realizar sesiones de espiritismo de manera irresponsable y lúdica, a través de la ouija. En una de ellas, establecerán contacto con alguien que viene en búsqueda de ayuda y que los llevará a vivir una experiencia que marcará sus vidas.