El escritor Santiago Álvarez acaba de llegar a las Islas Afortunadas. Va en busca de un hombre que desapareció de forma misteriosa: Marcos Oliveira (el enigmático y desconcertante científico que ayudó a crear la inteligencia artificial). Pero cuando Santiago empieza su recorrido, alguien le advierte: “No olvide que estamos en el antiguo fin del mundo. Aquí todo puede pasar”.

¿Qué buscaba Marcos Oliveira cuando se perdió en Canarias? ¿Por qué recorrió ocho puntos de las ocho islas como si estuviera siguiendo un conejo blanco? Una arquitecta llamada Mónica le cuenta a Santiago que llevó a Oliveira a ver todas las puertas posibles de las Islas Afortunadas.

Santiago recuerda la última vez que vio a Oliveira. El científico le contó que estaban esperando un fenómeno de caja negra que podía dar sorpresas: “Máquinas conscientes que puedan copiar el pensamiento humano y copiar la realidad”. Y eso podría crear un paraíso en la Tierra o destruirla para siempre.

Santiago empieza a preguntarse si se está obsesionando demasiado. Piensa que las enfermedades mentales nacen y perduran porque nos aferramos a un solo elemento del universo y esa «captura» comienza a definir todo lo que hacemos. Pero sigue buscando a Oliveira. Esta vez, en una comunidad de gamers.

Algunos dicen que estas islas cambian las percepciones mentales. Estamos rodeados de pensamiento mágico. Es consustancial a la humanidad. ¿No lo sientes?

En un encuentro casual, una mujer budista le dice a Santiago: “Lo importante no es que medites frente a un árbol como Buda. Aquí lo que importa es si consigues salir de la trampa de los sentidos”.

Alguien cuenta a Santiago que Oliveira le mostró “unas ecuaciones incomprensibles de cibernética y matemática aplicada, en las que intentaba explicar el futuro que viene”.

Santiago habla con una neuróloga sobre la percepción selectiva. Dice que la gran mentira de Occidente es “ver para creer” y que el sentido del tiempo es otra gran trampa de la percepción.

El efecto Mandela es un fenómeno fascinante que pone en tela de juicio la fiabilidad de nuestros recuerdos colectivos. ¿Y si las versiones contradictorias de hechos pasados no son errores, sino síntomas de la fragilidad de la realidad?

Un viaje a un observatorio. Un lugar que parece un estudio de música futurista. Un astrofísico explica la teoría de la gravedad cuántica de bucles que muestra que el espacio-tiempo no es continuo. “¿No sienten… un pitido…?”.