Criminal Case (Podcast)

José Bretón nació en Córdoba en 1973. Cuando cumplió dieciocho años se matriculó en derecho, pero pocos meses después cambió de idea y se alistó en el ejército. Entre abril y octubre de 1994 estuvo destinado en Bosnia-Herzegovina. Después de la traumática experiencia, su contrato con el ejército expiró y volvió a Córdoba. Tuvo una relación sentimental que no acabó bien: tras la ruptura, trató de suicidarse tomando una gran cantidad de somníferos que le había recetado su psiquiatra, poco antes de conocer a Ruth, la que sería su mujer y madre de sus hijos. Se casaron en 2002. El resto es parte de la historia negra de España.

Desde hace ya varios años, el imaginario colectivo asocia el nombre de José Bretón con crímenes inhumanos. Su simple mención nos evoca a lo peor que las personas pueden tener dentro, al monstruo detrás de la máscara. Alguien por quien es imposible sentir compasión. Pero esto no siempre fue así. Tras la desaparición de Ruth y José, y por un periodo de casi un año, el caso estuvo completamente bloqueado. Muchas voces clamaban contra el padre que se negaba a revelar el paradero de sus hijos, pero otras tantas veían a un padre en proceso de divorcio injustamente encarcelado. Había indicios de todo, pero ninguna prueba concluyente.

Hace ya casi una década que el jurado dio el veredicto de uno de los casos criminales más sobrecogedores de la historia reciente de España. El proceso duró más de lo previsto por culpa de un error pericial, pero, casi desde el primer momento, tanto familiares, amigos, testigos y psicólogos coincidieron en algo: José Bretón no era una persona normal. Se han escrito ríos de tinta sobre la personalidad de José Bretón, la mayoría en busca de la respuesta a una simple pregunta: ¿Qué clase de persona haría algo así? A nadie le gusta pensar que existen individuos capaces de actos tan horribles viviendo entre nosotros, en sociedad. Necesitamos que alguien nos diga que no, que sus acciones responden a una psicopatía evidente, o a una enfermedad mental.