En la misa del domingo, Eugenio anuncia a sus feligreses que el arzobispado le ha ordenado abandonar su puesto en la parroquia para encomendarle otras tareas. Para sustituirle llega
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En la misa del domingo, Eugenio anuncia a sus feligreses que el arzobispado le ha ordenado abandonar su puesto en la parroquia para encomendarle otras tareas. Para sustituirle llega Froilán, un sacerdote con un talante más conservador. En el barrio no se habla de otra cosa y hay opiniones para todos los gustos. A la familia Alcántara le apena la marcha de Eugenio, al que habían tomado cariño, pero entienden que tenía que pasar antes o después, dada su afición a meterse en líos. Sólo Tony parece no aceptar la marcha de su amigo y planea protestar activamente, pero Eugenio le recuerda que, como cura que es, ha hecho voto de obediencia y debe acatar la decisión de sus superiores.
Don Pablo convoca a la dirección de Meyni a una reunión urgente. En ella, comunica a Mercedes y a Nieves, que ha conseguido un contrato para que la empresa confeccione cinco mil trajes de baja calidad para la Unión Soviética. A pesar de que éste, como todos los negocios de Don Pablo, no es del todo limpio, lo cierto es que puede suponer la salvación para la empresa. Antonio, que quiere olvidar viejos conflictos con Merche, la invita a salir para celebrar por todo lo alto el nuevo encargo de Meyni. Pero Mercedes, que lleva unos días de muy mal humor, parece que ya no se contenta ni con la salvación de su empresa... Y Antonio, harto ya de tanta negativa, busca consuelo fuera de casa.
Carlos, preocupado por el futuro de Eugenio, ahora que se queda sin trabajo, escucha que no existe en el mundo cura que se muera de hambre. Él y Josete, dada su escasa aptitud para los estudios, deciden que entrar a formar parte del clero es la mejor salida que les queda. Si les va bien, igual pueden llegar a obispo, o a Papa...
Por su parte, Paquita, ayudada por Tony y por Pili, sigue buscando a su novio Mateo, que sigue sin dar señales de vida.
