C.A.E.M.: La forja del rescate

A Candanchú, Huesca, llegan los 19 Guardias Civiles que aspiran a convertirse en especialistas de montaña. Para ello deben superar un duro curso de nueve meses en el que convivirán en el CAEM, el Centro de Adiestramientos Específicos de Montaña. Pese a su motivación, pronto comprueban que no todos tienen el nivel requerido de escalada, lo que puede provocar su expulsión inmediata.

La exigencia del curso se hace palpable cuando los errores de los alumnos empiezan a traducirse en las primeras expulsiones. La dureza del alpinismo no deja lugar a fallos graves de seguridad y, para evitarlos, los futuros GREIM deben aprender a lidiar con emociones como la frustración, la ansiedad o el miedo si quieren aprender a desenvolverse en la montaña.

El curso de montaña agudiza su dificultad y los nervios pueden jugar malas pasadas a algún alumno. Dejamos las montañas y nos trasladamos bajo tierra para seguir la formación en espeleo socorro. El mundo subterráneo pondrá a prueba su capacidad de adaptación a este entorno hostil y desconocido, donde el compañerismo es la clave del éxito.

A punto de entrar en la fase invernal los aspirantes a GREIM deben aprender a moverse con nuevas herramientas de montaña como el piolet y los crampones. Además, el helicóptero se convierte en un aliado imprescindible para los rescatadores. Todo ello será puesto a prueba en el glaciar del Aneto, donde los alumnos probarán en sus carnes lo que es pasar la noche al raso en un vivac.

Llega el invierno. El paisaje se tiñe de blanco. Son muchos los sacrificios de los alumnos para llegar hasta aquí. El peor: permanecer lejos de sus familias. Y la amenaza de las expulsiones sigue latente. Aunque algunos dominan el esquí alpino, ahora deben aprender a manejarse en el esquí de montaña, imprescindible para los rescates invernales.

La fase invernal arrecia y la intensidad del curso aumenta. Mientras sus fuerzas empiezan a mermar, los alumnos aprenden a moverse en medios complejos y diferentes como son el hielo y la nieve. La gestión del riesgo se convierte en una prioridad porque una buena preparación y conocimiento del medio son básicos para minimizar los accidentes y evitar las avalanchas.

Metidos de lleno en el invierno, los alumnos se enfrentan a la escalada en hielo y a la progresión por aristas de roca en condiciones invernales. Además, perfeccionan las técnicas de socorro y estrechan lazos de amistad en el campamento del Aneto. También comprueban como un fallo todavía puede suponer su expulsión del curso. Porque como dicen los instructores, “la montaña te pone en tu sitio”.

La llegada de la primavera cambia el paisaje de los Pirineos y, con ello, las actividades del curso del CAEM. Los aspirantes deben aprender a moverse a través de barrancos y aguas bravas, amén de ver examinadas sus habilidades en los simulacros de rescate. Pero una llamada inesperada los enfrentará a una situación que no tiene nada de simulacro.

Los alumnos ven puesta a prueba su destreza en escalada cuando el curso encara su final. Especializados en el ascenso libre, deberán aprender a progresar en la modalidad artificial. Todo ello tendrá su recompensa: una expedición a los Picos de Europa con el objetivo de coronar el mítico Naranjo de Bulnes. No pueden fallar; un error puede suponer la expulsión a un paso del final.

El año escolar del CAEM toca su fin y los alumnos corren el riesgo de relajarse. Pero antes de poner el broche definitivo a sus esfuerzos, viajarán al espectacular entorno alpino de Chamonix (Francia) para demostrar que pueden desenvolverse como socorristas de montaña. Una vez lo consigan, ya nada les separará del objetivo por el que tanto han trabajado: por fin serán GREIM.