Puigdemont le dijo ayer el periódico belga Le Soir que la independencia no era la única salida. Que él siempre había trabajado para encontrar una fórmula de entendimiento que superara el statu quo pero que no tenía necesariamente que desembocar en la ruptura. No aclaró cuándo dejó de creer en esa posibilidad. Porque, al menos, desde la hoja de ruta de marzo de 2015 su compromiso, señalado paso por paso y expresado públicamente en decenas de ocasiones, consistía en dejar a Cataluña en la puerta de la independencia.